miércoles, noviembre 09, 2011

Crónica Monkey Week: Monasterio de la Victoria (viernes, sábado y domingo)

Primera toma de contacto. Da siempre gusto volver. Es un escenario idílico, un lugar especial, un sito con encanto donde se encierra un aura que transmite sensaciones para querer que llegue de nuevo la fecha en que el Mono se asienta en El Puerto de Santa María para verse encerrado entre sus paredes. Este año el motivo era doble, existiendo dos escenario como el Carhartt situado en los jardines y el Layher, entre los muros del Monasterio de la Victoria. El primero de ellos sería quien nos diera la bienvenida, el segundo, quien viera pasar estrellas de tal talla que a veces pensamos como los cimientos aún se mantienen intactos. Si 'El Lute' hubiera sabido la que se le venía encima, quizás no hubiera decidido escaparse.

Chrome Hoof (foto: Jesús Bragado)

Fiesta de Bienvenida


La distancia tiene un precio, pero por suerte sabemos que nuestra relación con el Monkey Week no se romperá por eso. A pesar de ser el principal motivo que nos hizo no poder disfrutar al completo de la fiesta gratuita que nos habían preparado, el romance continuará adelante. Motivos para ello dieron nada más llegar -pese a no poder acomodarnos con la voz de Marina Gallardo-, el nuevo proyecto de Javi P3z nos recompensó con un concierto de espíritu soul que servía como excusa para presentar su nuevo álbum ante un aforo menor del esperado. Triz3ps es más que una nueva banda, es como la rama joven que sale de un roble añejo, saben manejar los tiempos y calmar a las bestias, la peculiar voz con que se relataban 'Venüs' o 'Andromeda' sumieron a los jardines en una atmósfera fresca y enriquecedora, caldearon el ambiente algo tibio que por allí se respiraba y sirvieron para dar el pistoletazo de salida a una suma de conciertos que harían del Monasterio su fortín. 'Pretérito' sirvió como contrapunto para que 'Dulce Movimiento' hiciera bailar a los presentes; con bandas así da gusto ser recibido, puro músculo para dar la fuerza necesaria a noches de calidad que se avecinaban. Una calidad a raudales que también desplegaron Gaf y la Estrella de la Muerte, canarios que por su nombre ya dan pistas de que luchar contra el imperio que forman no es tarea fácil. Música de viento capaz de llevar este barco hasta un éxito que tienen asegurado, poesía para los oídos con un debut en que 'Mexicone' sobresalió incluso de lo entregado desde el estudio, quilates que atestiguan que la hora de retraso que llevan no es más que para permitir dar ventaja a otros grupos poder alcanzarlos, pues las cotas a que son capaces de llegar quedaron retratadas en la magnífica y penetrante 'Alien Love', sirviendo una plato bien caliente con que cerrar las puertas del epicentro musical en que se convertiría el fin de semana en el sur de la península.

Sábado 29

Solventada la primera papeleta premiada en los showcases tocaba volver a las paredes que hacía un año nos conquistaban sin titubear. El clima respetaba, la apuesta era segura y el público respondía. Regresos y nuevos valores, esa era la apuesta que nos dejaría con la boca abierta y el cuerpo terriblemente dañado.

Neneh Cherry (foto: Jesús Bragado)

Y es que la primera parada era la leyenda británica. Mientras el escenario Carhartt se llenaba de dosis de hip-hop a cargo de Gregtown y Lion Sitte después, Hawkwind embriagaron la noche con su rock psicodélico, decibelios a golpe de guitarra que hacían a uno situarse en épocas pasadas ayudado por las proyecciones bañadas en ácido que la pantalla tras la banda mostraba. El casco de Mr. Dibs al frente era un aviso claro: había llegado para ganar esta guerra y cuando bombas como 'Levitation' o 'Living on a Knife Edge' cayeron hizo difícil la escapatoria. El tándem con el componente original Dave Brock los convertía en guerreros dispuestos a la conquista y la única actuación en nuestro país fue tal, sin paliativos, todo un lujo atronador aunque siga siendo algo desconcertante la presencia de esas dos bailarinas polifacéticas que bien desplegaban sus contoneos mediante la danza del vientre o desencajaban sus huesos sobre zancos, sin deslucir una actuación a la altura de un gran regreso. Aunque para grandes regresos, la vuelta al escenario de la 'hija del trip-hop'. Neneh Cherry era uno de los grandes reclamos de esta edición y pese al miedo a vivir una actuación decepcionante, su recital fue de los mejores que se ha podido vivir este año sobre un escenario. Acompañada de su bellísima hija, la banda supo estar a la altura de una de las privilegiadas voces que la historia de la música tiene escrita en sus páginas, volcada por hacer una actuación participativa donde las ganas de baile no faltaron gracias a 'Buffalo Stance' o 'I've Got You Under My Skin' y la calma y vuelta al pasado sucumbieron al encanto de 'Woman', posiblemente el tema más conocido de la de sueca que sirvió para encarar la recta final de un más que correcto concierto y dar la puntilla a una calma que dejó paso a la tempestad.

Cápsula (foto: Jesús Bragado
 En concreto fueron dos los torbellinos que pasaron por El Puerto de Santa María para dejar los cuerpos presentes a ras de suelo. Primero les tocó el turno a los vascos/argentinos Cápsula que pudieron confirmar en la sureña ciudad el salto de apuesta a realidad, dando una lección de rock sucio estando, como ellos mismos no se cansaban de repetir, "de puta madre". 'Ciudad Emergente' se mezcló con su particular homenaje a David Bowie, con la versión de 'Starman' y su apoteósico final con 'Ziggy Stardust', rompiendo la barrera espacio-tiempo para dejarnos evidencias de la calidad que atesoran y que aún les falta por terminar de eclosionar. El segundo de ellos lo fue en todos los sentidos. Es difícil catalogar a este personaje, no sabríamos si darle el título de caradura o simplemente de estrella, pero lo que es cierto es que pocos consiguen tanto con tan poco. Y ese tan poco es una GameBoy, la que usó Meneo para hacer honor a su nombre, para hacer sonar desde Daft Punk hasta El Rey León, de Dire Straits a su versión de 'Papi' o 'T.W.I.G' mientras que las prendas de su ropa iban desapareciendo poco a poco, primero su albornoz colorido hasta dejarnos ver su frondosa melena púbica sumada a una invasión de escenario que algunos valientes afrontaron para poder dar rienda suelta a su modo de bailar 'El Limbo'. Dosis de baile, sinvergonzonería y escaso vestuario que dejaron el camino libre a Dj Antuan para que la primera noche de Monasterio cerrase sus puertas a ritmo de celebración por las plegarias escuchadas.

Meneo  (foto: Jesús Bragado)
Domingo 30

La propuesta del segundo día traía consigo misma fórmula que el sábado: Ración de decibelios, baile y una calma que correría a cargo de un zaragozano que mostró su cara más comedida en una perfecta manera de presentarnos su último trabajo.

Bigott (foto: Jesús Bragado

Oneida trajeron su ampuloso sonido al sur con una contundencia de tal calibre que en ocasiones se hacía demasiado duro soportarlo. La psicodelia llegaba demasiado pronto y los neoyorkinos no querían dejar escapar su oportunidad para destrozar tímpanos, neuronas y sentido alguno que se mantuviera en aquel patio. 'Preeten Weanponry' bien sirvió como ejemplo para dejar pitidos durante buena parte de la noche en la cabeza mientras 'Sheets of Easter' apostillaba para hacer que los cristales de las gafas comenzaran a crujir. Por suerte gracias a Borja todo volvió a su lugar. Acompañado de Paco Loco, Bigott dio una lección de temple sobre las tablas entre algún que otro baile con que deleitó a los presentes, justificando porqué el reconocimiento que tan tarde le ha llegado se lo merece con creces. Con su último trabajo en la calle ('The Orinal Soundtrack') era evidente que debía dar rienda suelta a sus canciones, comenzando por 'Prince Naseem Hamed' que disipó todo eco que aún retumbaba por los histriónicos acordes de Oneida para poco a poco entrar en calor a golpe de 'Vaporcito' o su coreado single 'Cannibal Dinner'. Tanta barba y seriedad que parece aportar, este hombre es un showman de los que pocos quedan, transmitiendo simpatía a cada movimiento que hace cuando no porta instrumentos terminó por regalarnos una preciosa 'Le Petit Martien' o su versión de 'Dead Mum Walking' al que pocos de los que allí estábamos nos pudimos resistir. Un bálsamo en la noche para la adrenalina que vendría después.
Holloys (foto: Jesús Bragado)

La clase de baile vino bajo el brazo de los angelinos Holloys, con una masiva promoción de sus dos indispensables álbumes  'Art Wars' y 'No Where Now Here' en base de lo dibujado en una inestable pancarta sobre el escenario y las parcheadas chaquetas que portaban las cabezas visibles mientras las dos baterías del fondo rompían piel con gusto. Sin lluvia pero toda una tormenta, sobre todo de baile a raudales, quemasuelas a ritmo de 'Lake Land' y una alargada 'We Are Powers' justificaron viaje, apuesta y quitaron agujetas a quien ya las tuviera. Tremenda dosis de potencia controlada hasta que 'Let Love Take Over' decidió enseñar los dientes para dejarnos con ganas de más, espectáculos así siempre se quedan cortos. Pero tocaba saldar una cuenta fallida el pasado año con el acid-house futurista de Chrome Hoof, banda no apta para todos los públicos que demostraron que la coordinación que tiene es impresionante pese a que en algunos compases -'Death is Certain'- sean de difícil digestión, aunque temas como 'Pronoid' o la inconmensurable 'Tonyte' justifican el divismo que Lola Olafisoye desprende, un concierto mejor de lo esperado que terminó poniendo punto y final a la que sería nuestra incursión en esta nueva edición del Monkey Week.

Sin duda es un festival que se consolida, que apunta a ser cita ineludible del calendario y que a pesar de eso, solo necesita una pequeña mejor respuesta por parte del público. Los inicios siempre fueron duros, pero van tres y la apuesta de la organización sigue en auge. Ya queda menos para ser incitados por Paco Loco para visitar El Puerto de Santa María un año más e intentaremos no faltar, Monkey Week merece la pena. Y mucho.

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