Bigott - The Orinal Soundtrack |
Risa pícara bajo frondoso bigote de lana resultado de una fantástica labor de Clara Carnicer, 'Clarín'. Así es como se presenta su nuevo trabajo, el ideal para ser comparado, pues muchos no sabrán de la trayectoria que la banda comandada por el zaragozano lleva tras de sí, mucho más lejos de aquel genial trabajo que facturó el pasado año. Esta vez toca despiste. Con la idea de comerse al mundo entero (y todo quien en él hubiere) Bigott presentó 'The Orinal Soundtrack' (2011, Grabaciones en el Mar) en un banquete de suculentos manjares rítmicos donde el baile era el poder supremo. 'Cannibal Dinner' es aquel hechizo que atrapa dejando la sensación de felicidad profunda, es la cortina de humo tras la que se esconde un disco que vira del folk a la bossanova en un abrir de cerrar de ojos, constituyendo un ejercicio de variedades cual mercado callejero.
El calentar de motores llega rápido, denso pero volátil, en un inevitable vaivén de cabeza que provoca 'Vaporcito' de una manera algo irónica, como celebrando la defunción del mismo pero esta vez parece que no se hundirá. Estamos en marcha. La aventura por el universo Bigott ha comenzado, van tres en sendos años y a cada paso que da, la valla parece ampliar horizontes. Él mismo lo dice, "debe ser aburrido hacer un disco igual". Quizás eso le haga ganar con el tiempo nuevos adeptos. Con miras al pasado como la preciosa y creciente 'Le Petit Martien' mantiene conexiones para que quien lo conociera recientemente no se despegue, haciendo del folk una nueva forma de baile -'Flying Zirkus' se expone a la máxima potencia- hasta su paseo por el Londres de Kings of Convenience o la escuela de Mississippi de donde algunos como The Da Vincis conocieron el amor por el lounge, en que 'Turkey Moon' se refleja.
A pesar de frases tan contundentes como "componer es como cagar, se aprieta un poco y sale" (El Periódico), fijarse en las letras hace su exposición algo más potente, entre la irrealidad e historias del pasado. Su desvergonzado sentido del humor confronta con el hecho de que este sea posiblemente su trabajo más maduro pero también el más apaciguado, serán cosas de la edad o, simplemente, el haberse juntado con Paco Loco lo que ha hecho que todo parezca algo más serio. El precioso final con 'Princes Nassem Hamed' puede ser buena muestra de ello, pero sobre todo destaca el ascendente protagonismo que toman los coros de Clarín y Muni Camón en el conjunto, haciendo que las cosas sobrepasen un nivel de belleza con el que no se contaba como el relato de 'Bar Bacharach'.
"Pero si yo soy un desgraciado". Quizás, pero nosotros preferimos seguir pensando que con los motivos que nos ha dado, Bigott es uno de los mayores baluartes que la escena nacional puede dar. Este es sólo otro ejemplo, despreocuparse por llegar a más gente parece ser la fórmula, aunque ya su onda de expansión es tan grande que hasta esta urinaria banda sonora arrastrará a más de uno por delante. Y eso es un tema muy serio, tanto como él, sin duda.
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