martes, octubre 25, 2011

Opinión: La culpa es solución de todos

Siempre se ha dicho eso de "quéjate, que algo queda", pero sin duda parece que la queja queda en saco roto y no solo por culpa de hacia quien va dirigido. Hay comunidades que esconden desde hace años una indignación a voces en cuanto a la oferta musical que llega cada año por parte del público más selecto, pero pese al esfuerzo de muchos apasionados como quien reclama una mejor escena por organizar eventos y conciertos fuera de convencionalismo, es el consumidor quien lleva en ocasiones parte de culpa en que estos dejen de celebrarse al no verse beneficios por quien congrega sin saber que son los grandes perjudicados en el futuro.

Telón echado, cada vez más frecuente

Ejemplos son variados, inevitable afirmar que la falta de acuerdo con otros organismos puede tener mal final, como por ejemplo la triste noticia que hemos recibido este año del aplazamiento, suspensión o posible desaparición (todos sabemos como suele terminar esto) de uno de los festivales míticos de la provincia de Jaén como es el Lagarto Rock en su XXV aniversario, de donde han salido la ahora tan conocida banda Guadalupe Plata -por mentar de las más recientes-, catapulta inicial para llegar a portar el nombre del sur hasta Austin en el SXSW o incluso al Primavera Sound barcelonés. Triste por otro lado que, un servidor, presenció su defensa del título en las Fiestas Demoscópicas en Córdoba organizado por Mondosonoro junto con Chin-Yi o Los Alimentos en un recinto semi-vacío y al módico precio de cero euros. Mucha gente se queja allí de lo que no llevan y luego no dan razones para justificarlo.

En el caso del festival jiennense habrán sido problemas de organismos públicos, falta de sponsors o el motivo que sea, pero esta parece una plaga que se extiende por todos lados y sin control. Si hace poco comentábamos la llegada gracias a la Diputación de dos nombres internacionales como Sinéad O'Connor o Peter Broderick a una ciudad de Málaga tan castigada en este aspecto desde que la programación del Teatro Cervantes pasó de contar con Wilco, Animal Collective, Teenage Fanclub, Mogwai, Akron Family, Belle & Sebastian, The Divine Comedy a un cartel orientado a lo comercial y triunfitos de medio pelo, parece que el público no está respondiendo a la llamada que estos han realizado, dado que hace unos días nos llegaba informaciones de que el ritmo de entradas de la irlandesa era paupérrimo, quedando aún más de 700 a la venta en el Auditorio de la Diputación -posible razón, el "elevado" precio, 28'90€, para una artista que ya no está en primera plana- y que el genial artista americano solo había vendido 11, en un lugar, el Centro Cultural Provincial, de aforo bastante reducido y a un precio de 10'90€. Cosa relativa lo del precio sabiendo que en otras capitales donde cuentan con muchos más espectáculos a diario y en la que todo amante de la música se mueve para presenciar un evento, los precios doblan o cuadriplican los de la Costa del Sol y el ritmo de entradas, aunque lento, va algo mejor.

No todo son falta de respuesta, sino de mediaciones como ocurrió hace meses con aquel prometedor Waupop Festival en que se darían cita Maika Makovski, Tachenko, Christina Rosenvinge, Pony Bravo, Marina Gallardo o Autumn Commets y que se suspendió, sin motivo aparente, días antes de su celebración en lo que sería solo un retraso de fechas y terminó por no saberse nada más de él. Destino que se le tenía guardado al GranaPop Festival y que por suerte, gracias al apoyo que sí se le dio, en muchos casos anónimo, en otros de apoyo por pasión por la música (Slithersmusiczine o Mondosonoro entre otros) y por el objetivo final de ayuda a APINME (www.apinme.org), el mismo salió hacia delante con variaciones en el cartel ¿Qué puede hacer el público ante esto? Es cierto que no todo está en su mano, pero si algo está, es responder y no reclamar las propuestas que no se ofrecen. A todos cuesta crecer y por desgracia, según entradas, habrá eventos; más aún cuando hay áreas de política de por medio. No hay que ser un lumbreras para darse cuenta de esto. Claro que todo lo gratuito nos gusta, pero luego se reclaman actos que no llegan y se van a otros sitios con el consiguiente mosqueo y sensación de marginación, pero es algo que por desgracia, está fraguado desde la butaca que no se llena y si eso ocurre, la posible pérdida de dinero en un futuro es atajada por quien lleva las riendas de todo cuanto se mueve en las ciudades afectando a una escena de por sí poco alentada en muchos lugares que nos rodean. Puede que la queja, sin acción, no solucione nada.

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