martes, octubre 04, 2011

Una Semana en el Motor de un Autobús: La Historia del Disco que casi acaba con Los Planetas

Cuanto menos es inquietante pensar cómo un simple y aséptico disco puede esconder tras de sí una rocambolesca suma de historias, curiosidades y hechos que hacen pensar que antes de aquello, todo podía estar acabado. Un conjunto de sustancias y formas que hacen que lo que para muchos es simplemente un dibujo de portada oculte bajo él un significado acorde al máximo con lo que momentos más tarde se puede escuchar. Van por ocho y aquel pudo ser su último, su fin, la muerte de un grupo que ahora mismo puede permitirse saltarse gran cantidad de patrones establecidos.

Una Semana en el Motor de un Autobús

Bajo la dirección de las palabras relatadas por cada uno de los personajes de esa gran historia, Nando Cruz intenta contarnos la toxicidad que esa cruz sobre fondo amarillo contiene. El título del libro no es una mera anécdota, es, sencillamente, una realidad. 'Una Semana en el Motor de un Autobús: La historia del disco que casi acaba con Los Planetas' (2011, Lengua de Trapo) se sumerge en los años en que aquella banda ya fraguaba sus pasos para ser bandera del denominado "movimiento indie" nacional y que pudo ser un cadáver discográfico con tan solo dos discos en el mercado. Como bien dice su resumen, en 1997 Los Planetas eran un auténtico desastre y aquí se explica porqué.

Cambio de piezas entre sus miembros, nuevas llegadas, colaboraciones esporádicas que luego se asentaron, un escocés por la ciudad de la Alhambra encerrado en su habitación jugando a la Playstation, preocupantes paseos de Florent por el polígono a escondidas y no tanto, quebraderos de cabeza de J, viaje a Nueva York, influencias musicales o sustancias que te hacían entrar en un estado fanerotímico. Todo se mueve en torno a la galaxia en que Los Planetas se encuentran, en torno a lo que ese "grupo de Granada tocapelotas de RCA" necesitaba para sacar adelante lo que sería su tercer y definitivo trabajo. El preferido de gran parte de ellos.

Saber que canciones como 'Segundo Premio' y 'Desaparecer' van dedicadas a la misma persona que cogía el bus de la línea 1 y que ninguna de ellas son a la que tú piensas, que no es una historia "chico-chica" típica en la que se escudan la mayoría de grupos de la escena pop nacional sino algo más, claves de lo que pudo ser el fin de una sociedad musical, el fin de noches de llanto por desilusiones que cada uno tuvimos al interpretarlas a nuestro modo; su fin. Conocer quien escribió en un papel ese raro nombre de 'Toxicosmos' tras escucharlo procedente de la voz de un desconocedor de nuestra lengua entre risas en la montaña; monjes tibetanos; la representación de May en este disco; la suerte de tener a David López y Paco López junto a ti; cómo Florent y Eric flirtrearon con la muerte por desobedecer las órdenes en Nueva York mientras grababan aquella Navidad en Zabriskie Point; el "pero" de un valedor como Kurt Ralske; la basura que colmaba esa montaña a la que J tenía pánico subir debido al riesgo que para la banda suponía hasta llegar a ese mundo de gente incompleta mientras se sumerge en la búsqueda de soluciones fáciles en un 'Laboratorio Mágico', el viaje desesperante hasta conseguir el  trofeo más ansiado llamado 'La Copa de Europa'. Todo viene contado tras esas tapas que encierran una historia digna de ser leída por quienes, como un servidor, ha perdido cierta cantidad de fe en los de Granada sin saber que sus actuales influencias ya fueron propuestas por Jesús en aquel entonces.

Un trabajo que ha ocupado, ocupa y ocupará un lugar especial en nuestra escena, uno que parece relatar historias de nuestra vida, decisiones o dudas sin ni siquiera tener nada que ver con ello. Una explicación de porqué este disco intoxica y desintoxica a partes iguales, un viaje para entender porqué Los Planetas pasaron de ser un simple grupo pop a un trozo de nuestra vida y lo consiguieron sin buscar el recurso fácil de dejarlo todo al mando de "los malos", sin vender su alma, sin dejar de buscar la mejora; solamente lo hicieron negociando, con muchas trabas, tras sacar ese billete para quedarse una semana en el motor de un autobús.

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